¡Hola! ¿Sabes qué me pregunto mientras escribo esto? Te cuento: Si lo lees solito, si te lo lee alguien porque aun no aprendiste a leer, si no lo puedes leer porque necesitas anteojitos y aún no los posees, o si no tienes visión y necesitas una voz que te cuente lo que escribo.
¡Cuántas situaciones distintas! Yo uso anteojos y como me gusta mucho la lectura ando con ellos por todos lados, me pasa que a veces no los encuentro y los tengo encima… ¡de la cabeza! o ¡en un bolsillo del saco!
Pero todos nosotros somos personas, más altos, más bajos, más flacos, más gordos, niños como ustedes y jóvenes o no tan jóvenes como yo, con el pelo lacio o enrulado….con anteojos, sin ellos o no pudiendo ver.
Ocurre que el amigo que lee muy bien, nos pide ayuda con las matemáticas, o el compañerito que no ve, es quien mejor canta en el coro…
Y pensando esto se me ocurrió algo: ¡todos juntos somos maravillosos!
Cada uno tiene cualidades, habilidades y discapacidades y todos somos personas. Personas que pueden ayudar al otro. Al amigo que no ve o ve poquito, le puedes contar como es la calle, la vereda, donde hay un obstáculo para que aprenda y pueda superarlo, y ¡cómo son los colores para vos, que los ves! ¿Se te había ocurrido que alguna vez ibas a tener que contar cómo es el azul, el celeste , el rojo? ¡Qué desafío tener que pensar los colores para el amigo que no ve! Y seguro que él te va a contar como es el sonido de la brisa, que, a lo mejor aún no descubriste. ¡Otro desafío para él! O nos puede contar cuales son sus inconvenientes para andar por la calle con su bastón blanco, qué pasa cuando encuentra una baldosa floja o cómo le gustaría que fueran las veredas. ¡ Cuántos desafíos! Y recordemos ¡somos personas!
Autora: Susana Parés.