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Los árboles de mi jardín

El patio del jardín es un espacio que disfrutan los y las estudiantes de sala de 4 del Jardín Municipal Palacios Hidalgo, ubicado al sureste de la ciudad, en el Barrio Nicolás Avellaneda. 
En ese lugar, cuando los niños abandonan el aula, imponentes, los árboles de la escuela son testigos de cada actividad que los pequeños realizan. Pero más allá de su presencia, ¿qué función cumplen? 

Todo comenzó con un cuento canción llamado «Soy un árbol grande», que dramatizaron las seños Stella Jara y Lorena Ceballos para los y las estudiantes de sala de 4 de ambos turnos. Pero luego de concluir la actividad, las docentes quedaron gratamente sorprendidas: a raíz del cuento y su interpretación, muchos interrogantes habían cobrado vida a través de la voz de los niños y las niñas. ¿Por qué los árboles son tan importantes para los seres vivos? ¿Están allí solamente para darnos un poco de sombra? ¿Cuáles son sus características? Sabemos que no existen dos personas iguales en todo el mundo, pero… ¿ocurre lo mismo con ellos?

Enmarcados en la materia ciencias naturales, como primera medida, docentes y estudiantes conversaron un rato sobre el tema. Y como este resultó interesante, dijeron “manos a la obra” y decidieron, mediante una investigación, responder todas y cada una de las preguntas que habían surgido luego de escuchar el cuento.

Salieron al patio de la escuela y eligieron dos árboles para su trabajo de campo: el Álamo plateado y la Acacia de Constantinopla.

Y la consigna no quedó allí: al llegar le contarían la actividad a sus familias, para continuar en casa con la investigación.

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Así fue que aprendieron sobre la corteza de los árboles y aprendieron que es una capa protectora contra el frío, el calor intenso, los golpes, y que no existen dos que sean iguales en todo el mundo. “¡Son como las huellas digitales de las personas!”, dijeron todos juntos. Ese día, disfrutando la sombra de su álamo, conocieron la función de las flores y por qué unas ramas son diferentes a otras.

De pronto, los más curiosos, detectaron que había algo circular, parecido a un globo, en la copa de uno de esos árboles y se lo dijeron a las seños. Luego de llamar a la Patrulla Ambiental, supieron que se trataba de ¡un panal de abejas!

Fue así que aprendieron otra de las funciones del árbol: dar cobijo y alimento a algunos animales, como los nidos de las aves y los huecos para el hábitat de miles de insectos. Pero también aprendieron que son muy útiles para oxigenar el aire que respiramos, dar sombra los días de calor y evitar que la tierra se seque.

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Los dibujaron en sus similitudes y también en sus diferencias, los describieron y los midieron en su circunferencia, abrazándolos, notando que para uno se necesitaban más brazos que para el otro. Para concluir su trabajo un juego muy divertido: tocar la corteza y las hojas con los ojos tapados, para adivinar que especie de árbol era.

Publicado en Actividades, Medio Ambiente.

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